Simplemente, aspirar a lo mejor.

Cultivar la ambición natural de todos los implicados, ya se trate de viticultura, paisajismo o logística. Hacer las cosas de forma diferente: todo empieza con la idea de un vino y, a continuación, se encuentra y se cultiva un entorno adecuado para hacerla realidad. A diferencia de las bodegas tradicionales, esa falta de ataduras permite elegir con libertad las regiones, tipos de uva e infraestructuras necesarias. Junto a personas afines, buscadas específicamente para acompañarnos en el camino, se va creando paso a paso el entorno para lograr nuestro objetivo común: sabor.

la motivación

Vino.

Es difícil que alguien que ha dedicado 40 años de su vida a desarrollar una empresa turística abandone el autoempleo. La idea de cultivar y producir vino germinó en 2016. Primero fueron las ganas de hacer algo unidas a la curiosidad. Poco a poco se fue convirtiendo en un reto. Cuanto más nos decían que esto o que aquello no se podía hacer, mayor era nuestra ambición por reducir lo aparentemente complejo a lo esencial.

En lugar de comprar participaciones de un viñedo o de adquirirlo, empezó un camino de muchas conversaciones con compañeros de viaje afines en temas vinícolas y de nuevos encuentros y amistades por todo el mundo. Se bosquejaron posibilidades, se dibujaron castillos en el aire, se recibieron e impartieron cursos y se invitó a expertos a formaciones privadas. El vino es una labor artesana que hay que trabajarse. Aquí, el principio está muy claro: hacerlo todo uno mismo en la medida de lo posible.

la piedra angular

Recultivo.

En otoño de 2016 se compró el primero de los en la actualidad cuatro viñedos en las cercanías de Montuiri, en Mallorca. Esta región entre Palma y Manacor cuenta con una larga tradición vitivinícola, aunque los terrenos adquiridos llevaban mucho tiempo baldíos. En 2017 se recultivó el terreno con seis variedades de vid (autóctonas y nuevas). Las vides crecieron sobre terreno calcáreo y arcilloso, cuyo color va del rojo hasta casi el blanco y que confiere al vino su sabor intenso y aromático. Avanzamos rápido a un par de años más tarde: la primera cosecha, en el 2019, fue muy fructífera y permitió producir el KORBUS #01 y el KORBUS #02.

Al mismo tiempo se puso en marcha el proyecto «Bielefeld». Inolvidable la cara que pusieron los vecinos durante la celebración de la primera cosecha en el mismísimo jardín botánico de Bielefeld y al ver los gigantescos contenedores de acero subir a rastras con gran estruendo cuesta arriba. El resultado, KORBUS ZERO 2017, fue un «vino de garaje» aceptable, pero no lo suficientemente bueno. Por el contrario, el KORBUS ZERO 2018, un cuvée de Silvaner y Riesling, salió tan bien que fue de lo más fácil tomar la decisión: la cosecha de 2019 sería el primer vino KORBUS alemán en ponerse a la venta.

el siguiente paso

Movimiento.

Inspirados por el éxito y por los encuentros adecuados, lo siguiente fueron proyectos en Franconia y Austria. Son también terrenos ricos en tradición, algunos de ellos ya con los tipos de vid adecuados y otros en los que hubo que volver a cultivar de cero. Pronto habrá más novedades al respecto. En cuanto al año 2019, se puede afirmar que el KORBUS #03, de momento el cuvée final de silvaner y riesling, cumple con la idea de partida: sencillamente, un vino que sabe pero que muy bien. Ya estamos madurando nuestras próximas ideas, tanto en el sentido literal como en el figurado.